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ESPECIAL INFANCIA - Javier Urra

 Y para terminar la Semana dedicada al Niño, les comparto un estupendo reportaje publicado hace unos días en la revista Magazine, en cuyo ESPECIAL INFANCIA realizaban esta entrevista al conocido Javier Urra, psciólogo y autor de libros como El pequeño dictador.

 ''Lo que no se pueda solventar con la educación no tiene arreglo'' 

''En países del primer mundo como España, el desarrollo idóneo de los niños y los adolescentes no está libre de amenazas. Muchas son causadas por la misma sociedad actual, explica el psicólogo Javier Urra (Estella, 1957), que trabaja desde hace años para resolver estos problemas y crear mejores entornos para la infancia. Primero lo hizo vinculado a la justicia –al Tribunal Superior de Justicia y los juzgados de menores de Madrid, comunidad donde también fue Defensor del Menor– y ahora desde el programa asistencial Recurra-Ginso, que dirige. Autor de diversos libros –de 'El pequeño dictador' ha vendido 200.000 ejemplares en España y otros países– y buen divulgador, tiene la facilidad de esbozar un rápido panorama de las situaciones más preocupantes y de orientar para salir del laberinto.
Justo antes de esta entrevista, por ejemplo, imparte una conferencia en una jornada en el Institut Català de les Dones en Barcelona sobre cómo combatir el machismo y la violencia de género. Urra aboga por la sensatez. “Ya de niños –advierte– hay que enseñar a embridar el ego y a no levantar la mano, a que no valen excusas como‘me obcequé’”. En otro momento, invita a “educarlos con sentido crítico y sabiendo que hay cosas que están bien y otras que están mal, aunque haya quien las haga”, criterio que puede ser crucial desde para ponerse ante un videojuego violento hasta para manejarse en el maremágnum de internet.
En una sociedad en la que están de moda la autoayuda y el 'coaching', con programas televisivos muy populares de ayuda a padres con hijos conflictivos, Urra se muestra partidario de abordar los problemas sin exponer al menor a los focos. “Está bien mostrar a la sociedad qué problemas tenemos, pero no hay que hacer de ellos un espectáculo”, dice. Le preocupa además que se relativicen los problemas y una sociedad malacostumbrada: “Hoy se acaba diciendo: tengo un problema, necesito una 'supernnany'”. “Me llama gente –explica– diciendo: ‘No puedo con mi hijo’. ¿Cuántos años tiene?: ‘Cuatro, me araña, se tira al suelo y no me hace caso...’. ¿Pero cómo no va a poder con él? ¡Haga algo, sea eficaz, que a su padre y a su abuelo no les dieron tantos cursos de pedagogía!, sabían lo que tenían que hacer: ‘Muy bonito, pues si no te levantas, te quedas ahí todo el día...’”.
En su centro psicopedagógico, un equipo de especialistas trabaja para ayudar a menores con conflictos mediante terapia individual, grupal y familiar. De los chicos que tratan, un tercio toma psicofármacos y un 70% se excede en el consumo de cannabis y alcohol; tras la terapia, de cada tres casos, “dos mejoran sobremanera y en uno fracasamos”, resume. ¿Una perspectiva desalentadora? Él no arroja la toalla.

¿Cuáles son hoy los mayores problemas de los niños y los adolescentes?
La malnutrición, dificultades en el acceso a la educación, primordialmente para las niñas, situaciones de guerra y necesidad de salir del país en malas condiciones, enfermedades como las de transmisión sexual –en el caso del sida, también por transmisión materna– y el machismo. Esta sería una visión de la problemática del mundo. Y, en España, la sobreprotección, el alcohol y otras drogas, las separaciones de los padres mal llevadas, la baja edad para dar consentimiento a las relaciones sexuales con adultos (es a los 13 años) y el mensaje de “no hay futuro”, de no hay futuro laboral o para irse a vivir un joven por su cuenta.

Si dependiera de usted legislar, ¿a qué par de normas daría prioridad?
España tiene muy buenas leyes; el problema no está en las leyes, pero cambiaría dos cosas: aumentaría la edad de consentimiento para tener relaciones sexuales con adultos hasta los 15 o 16 años, y en la ley de Responsabilidad Penal del Menor, endurecería la sanción para los casos más graves: homicidio, asesinato, violación. Y luego, me plantearía a qué edad los jóvenes deben tener derecho al voto, yo la bajaría de los 18 años a los 17 o 16, no para que fueran elegibles, pero sí para que votaran.

¿Por qué?
Se trataría de que los jóvenes se interesaran por la política y los políticos por los jóvenes, porque si no, en este país, un señor de 83 años vota y su nieto de 17 no, y no sé yo a quién de los dos le preocupa más el futuro. Buscaría que las cadenas de televisión, sobre todo, tuvieran espacios hechos por jóvenes y para los jóvenes, con sus temáticas, informativos, porque eso nos permitiría a la sociedad entera conocer qué les ocupa y les preocupa y actuar. Hay que darles espacios. Y luego, hay que potenciar la red social, fomentar más posibilidades que hacer botellón… y que pudieran hacer más de ciudadanos de primera línea, ser más partícipes.

¿La crisis empeora sustancialmente las condiciones de los más jóvenes y sus perspectivas?
Sí en cuanto a aspectos como el paro, claro: el paro juvenil es brutal, supera el 50%; es muy grave. Una de las consecuencias que ha conllevado es que los jóvenes deban viajar a otros países para buscarse la vida. Aunque a mí, que salgan fuera no me preocupa tanto, comprendo que se diga que se les forma aquí y luego se van, pero el mundo es pequeño, ya es uno, las fronteras están diluidas. Hoy se coge un avión con mucha facilidad, hablas por Skype, no era como cuando los abuelos se iban a Argentina y no les veías más. Por otra parte, creo que ha venido bien la austeridad en el sentido de que en España había mucha tontería, ¡parecía que sólo se pudiera beber agua mineral!, que si llega el tren cinco minutos tarde te tienen que devolver el importe del billete... ¡la vida no es así! En ese sentido, la crisis nos ha ido bien. Pero nos ha ido mal en que ha crecido la venta de ansiolíticos, antidepresivos, hipnóticos... Los padres y las madres tienen más ansiedad, más estrés por la pérdida del puesto de trabajo o porque temen perderlo; eso hace que haya más nervios e irritabilidad en las familias; o a lo mejor porque la pareja querría separarse y con la crisis no le salen las cuentas... Todo esto aumenta las situaciones de conflicto familiar. Como el hecho de que haya familias que han vuelto con los abuelos, con los consabidos problemas que esto conlleva. Así que le veo aspectos muy negativos a la situación y alguno positivo. España tiene un problema muy grande que es la no independencia de los jóvenes. Están hasta los treinta y tantos en casa de los padres, ahora, a veces, en la de los abuelos. Es un problemón. Hay que empujar a los chicos a que salgan antes,como pasa en Estados Unidos o en los países nórdicos. Eso no significa un desapego, es bueno que se hagan una vida. Por ahí tenemos muchísimo que andar.
¿Es usted de los que creen firmemente que la mayor parte de los problemas de la infancia se podría resolver con más y mejor educación?
Lo que yo creo es que lo que no se pueda arreglar con educación no tiene arreglo. Yo llevo 30 años vinculado a la justicia y me he dado cuenta de que esta es como poner tiritas cuando te están bombardeando. Hay que educar, y si educas bien… Voy a publicar un libro, que se titulará 'Psicohigiene', que va en esta línea. Por ejemplo, cómo educar ya desde la infancia para no levantar nunca la mano a la pareja, para no agredir a otro conductor yendo en el coche, para no cavilar ideas negativas, no pasar del amor al odio o no alimentar el rencor y la envidia… Si otro tiene mejor coche, pues vale… tú vive tu vida. Hay que enseñara proteger la naturaleza, a alimentarse bien, a hacer ejercicio, a vivir de una manera más natural. Educar es vital, y hay que aplicarse los lunes, los martes, los miércoles... La mayoría de la gente ya se maneja en un marco de normas sociales, usted y yo hemos quedado a una hora y aquí estamos. Pero quizás hay que recuperar valores morales –antes se les llamaba virtudes, y no pasa nada porque se denominen así–, que nacen de uno mismo. Siempre estamos con que nos digan desde fuera qué hacer, y no, deben salir de uno. Hay que inculcar a los niños la idea del esfuerzo, del trabajo bien hecho, de la solidaridad; enseñarles cómo comportarse en la sociedad, el saber hacer, la delicadeza, las formas, cosas que se están perdiendo. No perdamos la riqueza del lenguaje, que la gente lea no sólo titulares sino las columnas de opinión y aprenda a dialogar y que se tenga un sentido espiritual de la vida –que un chaval mire las estrellas y se haga preguntas, sea luego religioso o no–. Todo esto se incluye dentro del concepto de educación. Y es muy importante para encaminar a los chavales hacia un mundo de posibilidades, que es poliédrico y donde lo distinto debe enriquecer... Un niño debe ir a ver a otros niños enfermos, saber que la abuela que tiene alzheimer a lo mejor no le reconocerá…, porque todo es parte de la vida. Hay que educar en los sentimientos, hemos educado mucho en la razón, lo que está bien, pero hay que llegar a la emoción del ser humano, así nos evitaremos problemas después.

¿Estos problemas y caminos de mejora son comunes a España y todos los países desarrollados?
Yo creo que sí. Ahora, por ejemplo, es muy preocupante el aumento de niños en riesgo de pobreza; o en todas partes hay padres a los que habría que retirar los hijos porque no los cuidan. Pero también hay problemas diferentes según los países –y otros que a veces cuesta reconocer,como algunos relacionados con drogas y menores–. En Alemania, ahora que nos fijamos tanto en ese país, se suicidan cinco veces más que en España y otros países mediterráneos. Alemania es un país que funciona, ¿pero la gente es feliz? A lo mejor tienen tres trabajos, los hijos no están con los padres sino con los abuelos… el sistema funciona, pero ¿y las personas? Estas cosas también hay que medirlas, la misma Organización de las Naciones Unidas se ha empezado a plantear si aparte del producto interior bruto y otros índices de desarrollo no habría que medir la felicidad. La tertulia, salir con los amigos… nada hay más terapéutico, porque si no la gente vive 83 años y muere diciendo: “No he tenido tiempo de...”. Vamos contra el reloj.

¿Y a evitar esto hay que enseñar desde la infancia?
¡Y aun antes! No olvidemos a los niños que nacen con síndrome de alcohol fetal porque la madre bebió en el embarazo.

Los patrones indeseables de las sociedades avanzadas (dieta inadecuada, que los niños dependan de los horarios laborales de los padres...), ¿es cierto que acaban siendo también problemas exportados a los países menos desarrollados?
Sí, pero es que yo no sé si es fácil evitarlo. En países como Brasil, considerado emergente, seguro que ven los errores del desarrollo y dicen, por ejemplo, no vamos a desforestar los bosques, pero yo no sé si pueden evitarlo. ¿Los estados tienen hoy poder real o dependen más de un marco económico-geopolítico internacional?; ¿los políticos tienen un poder real, o los medios de comunicación pueden denunciar en este mundo de intereses? Yo creo que la única medida es tejer una resistente red social-ciudadana. No hay que esperar que todo venga de papá Estado, y más cuando este tiende a aligerarse, a reducir gasto. El ser humano tiene que ser responsable de sus actos y conductas. Hay que enseñar a la gente, a las nuevas generaciones, sobre todo a autogobernarse, a no tener todo marcado, así evitarán dificultades, cuando ahora es una tendencia muy preocupante la psicopatología, la idea de reducir toda dificultad a trastorno y tratarlo con psicofármacos.

¿Se refiere a que se medica demasiado a los niños, a que muchos aspectos de su conducta se consideran patológicos?
Bueno, el trastorno de hiperactividad, por ejemplo, tiene, en mi opinión, un diagnóstico hipertrofiado. Otra cosa es que estamos haciendo una sociedad muy estresante, cuando lo que tendríamos que hacer es no tratar tanto a los niños por todo sino construir una sociedad mejor, en que el niño no tenga que ir corriendo a todas partes, aprendiendo todos los idiomas y a tocar toda clase de instrumentos, o que como papá y mamá están separados, hoy toque ir a comer a casa de papá y a cenar a la de mamá, pero pasado y el siguiente a la de los abuelos… Hay que evitar que un niño de ocho años acabe teniendo la vida estresada de sus progenitores y que cuando tenga un problema, pues nada, que lo vea el psicólogo o el psiquiatra… Es que a lo mejor no hay tal problema y basta con que intervenga la familia. Por eso me refería antes a la necesidad de educar en una vida sana y para saber sobrellevar las emociones y las situaciones de la vida. Hay que enseñar a los menores a manejarse en ese estrés y en el conflicto. ¿Se les enseña a afrontar una ruptura? Porque tienen muchas posibilidades de vivir una ruptura de pareja a lo largo de su vida; pero no se enseñan estas cosas y luego se convierten en problemones. Así pues, ¿sabemos las claves? Sí, pero es cierto que luego no es fácil aplicarlas.

No lo es.
Pero a la vida se le puede pedir lo que puede dar, porque si no, qué pasa, que la gente busca atajos como la droga, el choriceo y se escuda en el “mientras no me pillen”... Oiga, no, además de la ley, están la ética, la moral, la conciencia. Es ahí donde hay que poner el acento y dar buen ejemplo. ¿Un ejemplo? Rafa Nadal. Me parece un buen tío, un tipo que es sencillo, gana, pierde, vuelve a ganar, explica las cosas con humildad; es un buen ejemplo para nuestros niños. La selección española de fútbol, un equipo que se crea con Vicente del Bosque, que no prima el ego personal, es otro buen ejemplo.

¿Cuando proponía antes algunos cambios legales, pensaba en esos casos que trascienden periódicamente y causan gran conmoción, de niños que mueren a manos de sus progenitores, que son víctimas de abusos...?
No hay que cambiar las cosas a golpe de noticia, pero tampoco cambiarlas alegando siempre esta excusa. Las leyes son para ir actualizándolas, deben evolucionar como lo hace la sociedad o las nuevas realidades, las nuevas tecnologías... Estas, por ejemplo, hacen que lo que antes era un problema en grupo pequeño ahora tenga una repercusión mayor y más instantánea, aumentando el efecto en quien es violentado. Por eso también hay que enseñar a los niños a manejarse en este mundo. Un chico debe asumir que si resultas feo, pues resultas feo; sé simpático, pero no te justifiques en que como eres feo y no ligas, necesitas deshinbirte y por eso bebes alcohol. No; das una imagen que no eres tú. Y luego, en la vida, no todo es como tú querrías. La vida te abofetea antes o después, y en cambio educamos a los niños en una urna de cristal. Hay que enseñarles a conocerla como es, lo que no quiere decir que no se les deba ilusionar con la vida y con compartirla… pero sabiendo que no es Disney.''





Y con estas palabras en mente, ¡que pasen un feliz viernes! 
Y recuerda...pásate mañana por aquí, que es sábado para pensar.

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